Narashar

Prologo

Era una gran sala con unas doscientas consolas con sus mandos y pantallas. Todos los puestos se encontraban llenos, algunos con dos jugadores y entre los asistentes los miembros de una hermandad llamada “el cáliz llameante”. Al fondo un escenario con una gran pantalla aun a oscura. 

Varias hermandades de Juegos MMORPG, habían sido invitadas a este evento. Lo cual producía gran alboroto, pues mucho no se habían visto en persona hasta ese día, a pesar de llevar años jugando juntos. Los asistentes tenían asignado un rango de puesto según al clan/hermandad/guild perteneciente. Por lo cual todos estaban más o menos cerca de sus compañeros. Todos habían recibido una invitación para él y un acompañante. Por lo cual algunos puestos como hemos dicho antes contaban con dos personas sentadas en lugar de uno solo.  

Una melodía parecida a la música celta empezó a sonar e imágenes de una película ambienta en una edad media mágica comenzaron a salir en la enorme pantalla del escenario. Si eran del juego era sorprendente. Parecían imágenes reales no una animación 3D. Un hombre de bastante estatura cabello, barba y bigote negro apareció en el escenario en medio de la expectación creada por la música y las imágenes. El señor se quedó mirando la pantalla hasta terminar la presentación con el nombre del juego sobre fondo negro «NARASHAR» se giró hacia la audiencia y les miró atentamente con sus ojos azules antes de comenzar con la presentación. 

– Sed bienvenidos a Narashar. Narashar no es un simple juego, es vuestra futura vida. – Nada nuevo en estas lides Como veis en la pantalla no son simple animaciones en 3D, se trata de personas de carne y hueso. En este mundo viviréis la mayor aventura de vuestra vida. Lo cambiara todo, por ello sed muy consciente de las decisiones que toméis al crear vuestro personaje. Pues no habrá posibilidad de crear otro personaje. – Hizo una pausa antes de tocar un botón en un mando que tenía en la mano derecha. 

– Este es el mapa de Narashar, como veis en este continente hay muchos reinos pequeños, ciudades y pueblos, pero para vosotros se han habilitado tres poblaciones para comenzar. Labarin una hermosa población pesquera asentada en el golfo de Nara, Karanag una ciudad minera situada en las montañas de la perdición y Sarvendel una ciudad fuertemente religiosa cuna del culto de Sarvend. El lugar de inicio vendrá destinado por la clase y profesión elegida siendo aleatorio su inicio. – Hizo una pausa y los comentarios entre los jugadores. Eran clanes querían entrar en la misma ciudad de origen para jugar con sus compañeros. – Comprendo la desilusión generalizada, pero como os decía al principio este no es un simple juego. Será vuestra vida. Y como en la vida hay condicionamientos no elegibles. No obstante, nada os impide buscaros después en Narashar. – Ante esa afirmación muchos comenzaron a hacer planes sobre la ciudad donde se establecerían. Incluso algunos proponían opciones distintas que había en el mapa más o menos equidistantes entre las tres ciudades, aunque posiblemente Sarvendel ya se encontraba intermedia entre Labarin y Karanag. – En fin, comiencen a crear sus personajes, tienen diez minutos. 

Un reloj con una cuenta atrás para los diez mientras todos los monitores se encendieron y la creación de personajes apareció tras seleccionar si había uno o dos jugadores conectados a la máquina. Lo primero fue seleccionar sexo y nombre del personaje. Curiosamente a diferencia de otros creadores el juego para determinar la profesión recurría a una serie de pregunta, para finalmente pasar a la creación del avatar. La verdad era muy completa y el resultado en pantalla era asombrosamente realista. Era como estar viendo una persona real de carne y hueso, sino fuera por detalles como las orejas puntiagudas si habías decidido un elfo, o el tono de cabello, la piel o los ojos. Cuando el tiempo llegó a su fin no todos tenían totalmente decidido pero los monitores se apagaron sin dejar más configuración. 

– Bien damas y caballeros. Disfruten de su nueva vida. – De repente los asistentes empezaron a desaparecer en unos segundos la sala se quedó vacía. Solo el presentador seguía allí. Sonrió y con una reverencia también desapareció. 

Narashar – Prologo

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